Por: Mauricio Serrano, director de Veganuary Latinoamérica
Hace unas semanas, gracias a una investigación de Fundación Terram, nos enteramos de la lamentable noticia acerca de la sobreproducción -sin sanción- de salmones en reservas nacionales del país. Nueve empresas habrían incurrido en esto, con un alcance de 67 mil toneladas de salmones por sobre lo autorizado.
Esta situación resalta, y pone nuevamente en la palestra, la preocupación que ya existe sobre estas “granjas acuáticas”, lugares que generan no solo una afectación a los peces, sino que también al lecho marino y a nuestra salud.
El reportaje que sacó a la luz esta investigación señala que, de 950 muestreos del fondo marino de los centros de explotación en Aysén, 263 tuvieron resultados con bajos niveles de oxígeno, poniendo en riesgo la vida de estos ecosistemas protegidos. Esto sería mayor en Magallanes, donde cerca de la mitad de los muestreos de los informes ambientales tendrían bajos niveles de oxígeno del fondo marino.
La pérdida de oxígeno en el lecho marino es uno de los impactos negativos más importantes en el océano, incluso expertos lo indican de mayor preocupación al aumento de la temperatura, y esto es debido a que la desoxigenación no permitiría la vida en estos lugares.
Las salmoneras, y sobre todo estas empresas que han generado sobreproducción, no estarían permitiendo el desarrollo normal de la capacidad regenerativa natural del océano, transformando lisa y llanamente a estos lugares en basureros.
Así, cada vez más, es posible evidenciar el negativo impacto de la salmonicultura para los animales y el medio ambiente, pero también posibles afectaciones a la salud humana, esto a través de nuevos estudios sobre alimentación y seguridad alimentaria, donde los cambios a través del tiempo en la composición de los pellets, que se le dan a los salmones, con pesticidas y micotoxinas, podrían llegar a los peces e incluso a los seres humanos.
Es importante que estas noticias salgan a la luz y así crear conciencia tanto de producciones como consumos responsables y sostenibles con el planeta y con los propios animales. Aunque no existan soluciones a corto plazo, la invitación es a no desalentarse. Hoy, cada persona tiene la capacidad de poder tomar acción y desincentivar esta industria, a través de nuevas elecciones en el menú. Diversas organizaciones que trabajan por el planeta y por sus océanos, así como otras como Veganuary, que trabaja por los animales, han creado campañas de concientización como la Semana #ComeSinPeces, que toma como foco el Día Mundial de los Océanos, y que muestra las razones y las formas que tienen las personas para ayudar a los océanos, con el simple hecho de quitar a los peces de nuestros platos.