Por: Lilian San Martín Medina / Presidenta del Comité de Igualdad de Género Ingeniería UNAB.
Socia de Red de Mujeres de Alta Dirección
Coordinadora en Chile de Wise Latinoamérica
Una vez más el mundo se conmociona frente a un episodio bélico, esta vez con foco en la franja de Gaza. Tal como ha ocurrido en el con el conflicto entre Rusia y Ucrania, la guerra está afectando a la seguridad y estabilidad de miles de familias, mujeres, hombres y niños.
Cuando hablamos de conflicto armado, son nuevamente las mujeres quienes ven vulnerados sus derechos, incrementando la discriminación, desigualdad y violencia de género a la que se ven afectadas, más cuando existen componentes religiosos y culturales que del algún modo reducen su libertad.
Históricamente, las mujeres han sido víctimas desproporcionadas de la violencia sexual, la esclavitud, la trata de personas y la brutalidad en conflictos armados. Desde las violaciones sistemáticas hasta el secuestro y la explotación, las atrocidades contra las mujeres en tiempos de guerra son profundamente perturbadoras y no pueden ser invisibilizadas. Además, las mujeres enfrentan la amenaza constante de ser desplazadas, separadas de sus familias y comunidades, y de perder sus medios de subsistencia.
También son ellas quienes adoptan los roles de cuidado de la familia, además de proveedoras de recursos básicos para sus hogares, como salud o alimentos, en un momento donde estos son escasos. Se tiene, por tanto, una situación de alta vulnerabilidad de derechos para niñas y mujeres.
Es por esto que las mujeres deben participar activamente en roles que permitirán a otras sentirse seguras y representadas, por lo que es importante señalar que en el contexto de la negociación y aplicación de los acuerdos de paz es necesario considerar la perspectiva de género e incluir las necesidades de las mujeres y niñas en la repatriación, reasentamiento, promover su participación en los procesos autóctonos de solución de conflictos y la adopción de medidas que garanticen la protección y respeto de sus derechos humanos. En países con una ideología marcada por una cultura que las oprime esto es evidentemente complejo.
Es clave que aquí el mundo, las convenciones existentes y la solidaridad global se hagan sentir. Una paz efectiva va de la mano de construir y dar paso a una verdadera igualdad entre hombres y mujeres, una responsabilidad de la que todos debemos ser partícipes.