Por: Moris Beracha
El Bitcoin continúa despertando interés en esta región y ya no es solo en El Salvador, donde se declaró moneda de curso legal, o en Argentina y Venezuela, países que según varios rankings muestran las mayores tasas de adopción, por citar algunos ejemplos. Ahora, la adopción del criptoactivo se está produciendo en los lugares más recónditos y necesitados del planeta: se ha vuelto popular entre las comunidades indígenas.
El llamado “oro digital” está “floreciendo” en los alrededores del Lago Atitlán de Guatemala, donde existen más de 20 grupos étnicos. Allí, principalmente, habitan las etnias Tz’utujil y Kaqchikel, cuya tradición se entrelaza con la modernidad. Una prueba de ello es que en esta zona coexisten dos proyectos de ciudadelas dedicados al criptoactivo más popular, ambos llamados Bitcoin Lake.
Uno de ellos está ubicado en San Marcos La Laguna y fue fundado por Rishi Bond, ingeniero industrial guatemalteco-estadounidense y consultor de criptomonedas, y el otro, el de Panajachel, lo fundó el bitcoiner estadounidense Patrick Medel.
Ambos proyectos trabajan con el objetivo de lograr que la economía se mueva basada solo en Bitcoin. Además, Bond promueve la idea de cristalizar los planes sociales financiados con bitcoins, según dijo a CriptoNoticias.
“Yo creía que bitcoin no era efectivo como sistema de pago, hasta que visité El Salvador y descubrí cómo se están gestando cambios profundos con Bitcoin y Lightning Network en El Zonte, siguiendo una recomendación de (Peter) McCormack (conductor del podcast What Bitcoin Did)”, explicó.
De hecho, en esa parte del Lago Atitlán cada vez se habla más sobre Bitcoin, pero lo más curioso es que las conversaciones no giran sobre las predicciones del precio del criptoactivo, ni sobre cómo se usa en algunas plataformas para ganar dinero. En estas comunidades se está hablando del empoderamiento individual que otorga el Bitcoin y de su capacidad para ayudar a recaudar fondos para cualquier causa desde todas partes del mundo.
“Guatemala tiene un sistema bancario extremadamente hermético y es muy difícil que un extranjero que tenga buena voluntad y desee ayudar pueda enviar su dinero a Guatemala. Con Bitcoin la historia es distinta. Recientemente, un indígena del pueblo Tzununa recibió un donativo en bitcoins con el que luego compró 144 pares de zapatos para repartirlos entre los niños de su comunidad. Este es un ejemplo muy bonito de cómo Bitcoin puede servir para mandar dinero de un lugar a otro”, dijo Bond.
Él también se ha propuesto es que todo lo que ha quedado desatendido por el Estado comience a optimizarse con Bitcoin para que las poblaciones más desfavorecidas de los alrededores del Lago Atitlán puedan acelerar el avance hacia su desarrollo.
“Con el proyecto Bitcoin Lake queremos que se entienda que la criptomoneda no empobrece, sino que enriquece a la comunidad. Que abre posibilidades y puertas aquí en Guatemala”, afirmó Bond.
Y tan es así que Bitcoin Lake de San Marcos La Laguna crece como una de las siete comunidades o territorios especialmente creados en América Latina para alojar a bitcoiners. Todos estos lugares están replicando la experiencia vivida por el Zonte en El Salvador y todo apunta que iniciativas como estas continuarán replicándose en nuestra región.