Completomancia

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Por: Luis León Cárdenas Graide, Ingeniero Civil en Computación, Universidad de Chile Diplomado en Ciencia e Ingeniería de Datos, DCC, Universidad de Chile

El televisivo «Junior Playboy» le «leyó el futuro» a Don Francisco por medio de la mascada de un completo. Cualquiera que no haya sido adoctrinado en prestarle fe ciega a una vienesa ni haya crecido en un culto a ella puede notar lo aberrante tras su ridiculez. Sin embargo, social y mediáticamente se naturalizan las mascadas de otros completos: numerología, astrología, horóscopo, cartas astrales, tarot, médiums, clarividentes, quiromancia y tantas otras pseudociencias. Los medios de comunicación tienen la responsabilidad ética de no transgredir la dignidad ni de sus invitados ni de su audiencia. Al traicionar su rol social educativo, fomentan la vulnerabilidad cultural de quienes les prestan crédito. Para mayor detrimento de los vulnerables en su salud, suelen promover pseudoterapias apalancadas en tales creencias con presencia permanente en pantalla, radio y papel.

Tras la lucrativa promoción de tales supersticiones, después no escatiman en mostrarse apesadumbrados por la tragedia de quienes resultan envenenados, estafados, burlados en su duelo o perdiendo la ventana de oportunidad terapéutica para salvar su vida. La práctica comunicacional de rentabilizar al desprevenido debiera considerarse un problema de salud pública. ¿Qué haría falta para que compatibilicen la entretención sin desinformar a su audiencia? Es una victimización evitable.

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