La salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad, tal y como indica la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, muchas veces el ritmo de vida que lleva la sociedad actual no permite disfrutarla de forma plena. El estrés, la ansiedad o incluso las discusiones dentro de la pareja contribuyen a ello, por ejemplo, con una falta de apetito sexual. Esto no tiene importancia siempre y cuando sea temporal pero, si esta etapa dura más de dos meses, se trataría de un problema más serio que requiere la atención de un especialista, puesto que puede afectar a la calidad de vida y a la relación sentimental.
La forma más común de llamar a este trastorno es el de “deseo sexual hipoactivo”, que consiste en la ausencia o deficiencia de fantasías o interés para realizar algún tipo de actividad sexual de forma continuada, provocando malestar en la persona que lo sufre e interfiriendo de forma negativa en la pareja. Quien la padece, no consigue disfrutar del acto y tiende a evitarlo. Hay dos tipos de inapetencia: primaria, en la que nunca se ha sentido deseo, y secundaria, cuando éste ha desaparecido. Aunque los hombres también pueden tener este problema, es más frecuente entre las mujeres.
Las razones que llevan a esta disminución de la libido son diversas, tanto físicas como psicológicas, desde variaciones hormonales o la menopausia en el caso de la mujer, hasta una baja autoestima, ansiedad, estrés, depresión o la ingesta de determinados fármacos. También afectan los conflictos laborales, el cansancio, una escasa o nula comunicación entre la pareja o, incluso, la rutina.
Para identificar la falta de deseo sexual, el síntoma más significativo es un menor interés en el sexo, acompañado de una baja iniciativa a la hora de proponer actividades de este tipo o una mengua en el número de masturbaciones. Otra de las conductas por parte de la persona que tiene inapetencia es la de evitar las propuestas o situaciones que puedan desencadenar un encuentro, como acostarse cuando la pareja está ya dormida o manteniéndose ocupada para esquivar cualquier momento de intimidad.
Para poder poner solución a este trastorno, es necesaria la ayuda de un especialista que identifique el origen y, por tanto, realice un correcto diagnóstico. Por lo tanto, recibir terapia o acudir a un psicólogo especialista en salud sexual masculina es parte esencial para resolver el problema. Con el apoyo de este experto también se mejora la comunicación y se solventan los puntos de conflictividad entre ambos miembros de la pareja, imprescindibles para una relación sana.
Por otro lado, es importante redirigir la atención hacia lo sexual, con estímulos como los pensamientos eróticos, las caricias o masajes, es decir, potenciar las fantasías eróticas, la excitación, el orgasmo, etc. Pensando en el sexo de manera positiva se logrará desear las relaciones íntimas. Asimismo, métodos como la meditación o la relajación son buenos para disminuir la ansiedad y el estrés. O si el motivo de la disminución de la libido es un medicamento, el médico podría sustituir éste por otro fármaco que cumpla con el mismo fin terapéutico para así solucionarlo.
En cualquier caso, es primordial cuidar la relación de pareja y, por tanto, la comunicación entre ambos, gracias a la cual se puede advertir un problema a tiempo, como la falta de deseo. Si persisten éste u otros trastornos de disfunción sexual, lo mejor es solicitar ayuda profesional. En las clínicas de Boston Medical Group, los médicos estudian cada caso con el fin de encontrar la mejor solución.