Por: Luis León Cárdenas Graide, Ingeniero Civil en Computación, Universidad de Chile Diplomado en Ciencia e Ingeniería de Datos, DCC, Universidad de Chile
Ante el brutal y cobarde bullying contra un niño con discapacidad motriz en el Colegio María Reina Inmaculada, el elefante en la sala de clases es la habitual inconducencia de los famosos «protocolos» desarrollados por los colegios, cuya única exigencia práctica es la ser comunicados al Ministerio de Educación para salvar la tarea copiada, aprobando con nota máxima la maraña de subterfugios que suele zafar de responsabilidad a sostenedores, socios, rectores, inspectores, pringados de Convivencia Escolar y docentes, pero reprobando con nota mínima la protección efectiva de los menores vulnerados más allá de declaraciones biensonantes e insustanciales recitadas al aire por sus directivos para convencimiento profesional de sus poco originales representantes legales; poco ven, oyen, saben y hacen oportunamente al atestiguar los abusos reiterados, pero ¡vaya que hablan y rezan!: legisladores, Ministerio, Defensoría de la Niñez, Magisterio, ni qué decir el establecimiento mismo y abundantes apoderados infaltablemente educan en la cultura de tolerancia y naturalización del abuso mediante su sistemática complicidad pasiva; más fomentaren el respeto, empatía, solidaridad y proactividad contra cualquier forma de injusticia como base de una educación cívica y humanista, empezando por el cotidiano trato amoroso y respetuoso a nuestros propios hijos. Sus conductas en el aula nos reflejan.