Por: Pamela Cataldo Académica Escuela de Educación Parvularia Universidad de Las Américas.
Septiembre es el mes del folklore, en donde todos los chilenos celebramos. En medio de las fiestas, podemos dejar un espacio para un elemento importante de nuestro patrimonio cultural, que a menudo pasa desapercibido: el folklore poético.
Los textos en verso y con características melódicas, como las retahílas, los trabalenguas, las adivinanzas, las nanas, las payas y los cantos tradicionales, son fáciles de memorizar para nuestros niños y niñas, gracias a su ritmo y sonoridad. Además, estas obras han acompañado a la infancia de generación en generación, convirtiéndose en un puente que vincula la cultura, el juego, los afectos y el aprendizaje, favoreciendo con ello la adquisición temprana del lenguaje.
Repetir una rima, por ejemplo, estimula procesos como la atención y la memoria. Además, contribuye a la pronunciación, la fluidez verbal, expansión de vocabulario y desarrollo de la conciencia fonológica, elementos claves para la iniciación a la lectura y la escritura. A lo anterior, se suma el potencial para que los niños se expresen creativamente y compartan gratos momentos en familia.
Otro ejemplo es recitar trabalenguas, donde se aprende de manera espontánea y sin miedo al error, dado que su dificultad para articular fonemas es precisamente lo que provoca risas y desaciertos divertidos, lo que potencia naturalmente la expresión oral, el vocabulario, la creatividad y el sentido del humor en los niños y niñas.
El folklore poético no solo potencia el lenguaje, el juego y la creatividad, sino que también, cumple un rol fundamental en el desarrollo de la identidad cultural de los niños y niñas. Cada adivinanza o retahíla contiene parte de nuestra historia, nuestras costumbres y tradiciones. Al compartirlas en casa, no solo aseguramos que estas expresiones no se pierdan, sino que las resignificamos en el presente, permitiendo que la infancia crezca reconociéndose como parte de una cultura viva.
La invitación para este mes de septiembre es rescatar estas expresiones de folklore poético. No se necesita más que nuestra voz y disposición. “Corre el anillo por un portillo, pasó un chiquillo comiendo huesillos…”. Tal vez basta con rescatar una rima de la infancia y compartirla en casa, ya que en esos juegos sencillos se esconde un tesoro de cultura, amor y aprendizaje.