Los cánceres ginecológicos se originan en los órganos reproductores femeninos. Actualmente existen 6 tipos, cada uno con síntomas, factores de riesgo y formas de detección distintas. Conocerlos es clave para la prevención y el diagnóstico oportuno, así como los controles periódicos y la mantención de hábitos de vida saludable.
Cáncer cervicouterino
Es uno de los más frecuentes y en la mayoría de los casos está relacionado con la infección persistente por Virus del Papiloma Humano (VPH). De hecho, la mayoría de los cánceres cervicouterinos son producidos por las variantes 16 y 18 del VPH, el cual se transmite principalmente por contacto sexual.
En Chile, mueren 2 mujeres al día por esta enfermedad, que en sus etapas iniciales no presenta síntomas claros, pero que -a medida que progresa- puede provocar sangrado inusual, flujo vaginal de mal olor, sangrado después de la menopausia, dolor o malestar durante las relaciones sexuales (etapa avanzada). Y dolor pélvico y en las piernas, pérdida de peso inexplicable y fatiga constante cuando se encuentra en su fase metastásica.
El cáncer cervicouterino es prevenible gracias a la vacuna contra el VPH -incluida en el Plan Nacional de Inmunización (PNI) para niñas y niños de 9 años- y a los controles periódicos para detectarlo precozmente. “El llamado es a interiorizarse sobre el cáncer cervicouterino y a conocer sus factores de riesgo, entre ellos el principal: la infección persistente por Virus Papiloma Humano. Hoy en día una mujer puede y debe someterse al papanicolaou, cada tres años, desde los 24 años o a la prueba de VPH desde los 30 años, cada cinco años. Esto le asegurará la detección precoz tanto de la infección persistente por VPH como también de lesiones precancerosas”, explica el Dr. José Miguel Bernucci, director de Prevención y Detección Precoz del Cáncer de Fundación Arturo López Pérez (FALP).
Cáncer de ovario
A nivel mundial, el cáncer de ovario ocupa el 10° lugar en incidencia y mortalidad entre todos los tipos de cáncer, según datos de Globocan 2022. El riesgo de desarrollar esta enfermedad aumenta en un 2% en mujeres menores de 50 años y en un 11% en mayores de 50.
Suele diagnosticarse en etapa avanzada porque los síntomas se confunden con los de otras enfermedades, específicamente digestivas. Por lo mismo, el principal problema radica en que diversos síntomas -como dolor y distensión (hinchazón) abdominal, meteorismo, dolor pélvico, sensación de saciedad precoz con las comidas y, menos frecuentemente, constipación (estitiquez), náuseas y vómitos, entre otros- pasan inadvertidos por años, hasta que al descartar todas las otras posibles patologías se llega al diagnóstico de este cáncer, muchas veces, cuando ya es tarde.
Los principales factores de riesgo son la menarquia precoz, la menopausia tardía y las mutaciones genéticas. El Dr. Clemente Arab, jefe de Ginecología Oncológica de FALP, comenta: “Tanto la pubertad precoz en las niñas como la llegada de la menopausia de manera tardía en las mujeres adultas, se asocian a este tipo de cáncer. La mayoría de los cánceres de ovario hereditarios se deben a mutaciones en los genes BRCA1 o BRCA2”.
Cáncer de endometrio
Se origina en el revestimiento interno del útero, llamado endometrio. Es uno de los cánceres ginecológicos más comunes, especialmente en mujeres que ya han pasado por la menopausia. A diferencia de otros, suele diagnosticarse en etapas tempranas gracias a un síntoma de alerta muy claro: el sangrado anormal, que ocurre fuera de los periodos menstruales o después de la menopausia.
Entre sus factores de riesgo se encuentran la edad (en la mayoría de los casos ocurre en mujeres mayores de 50 años), la obesidad, ya que el exceso de grasa corporal aumenta los niveles de estrógeno y eso puede estimular el crecimiento del endometrio, las terapias hormonales y los antecedentes familiares.
Cáncer de trompas de Falopio
Es uno de los menos frecuentes dentro de los cánceres ginecológicos. Se origina en los conductos que conectan los ovarios con el útero, cuya función principal es transportar los óvulos. Debido a su rareza, durante mucho tiempo se confundió con el cáncer de ovario, ya que ambos comparten características muy similares.
No existe una prueba de detección rutinaria para este tipo de cáncer. Sin embargo, en mujeres con alto riesgo genético (por ejemplo, con mutaciones BRCA) se puede recomendar una cirugía preventiva que incluya la extirpación de trompas y ovarios. Los controles ginecológicos regulares y la consulta temprana frente a síntomas anormales son clave para mejorar las posibilidades de diagnóstico precoz.
Cáncer de vagina
Es poco habitual y se produce en el conducto que conecta el cuello uterino con la vulva (canal vaginal). Representa un porcentaje pequeño de los cánceres ginecológicos, pero su detección temprana es importante para un mejor pronóstico.
Los síntomas más frecuentes son el sangrado vaginal a destiempo, especialmente después de las relaciones sexuales o tras la menopausia, el flujo vaginal persistente (a veces con mal olor o con sangre), el dolor pélvico o durante las relaciones sexuales o la aparición de una masa en la vagina.
Cáncer de vulva
El cáncer de vulva se origina en los genitales externos femeninos, principalmente en los labios mayores o menores. Aunque es poco frecuente, suele diagnosticarse en mujeres mayores de 60 años, muchas de ellas que han dejado de asistir a controles ginecológicos, lo que retrasa la detección temprana. También puede aparecer en mujeres más jóvenes asociadas a la infección por Virus del Papiloma Humano (VPH).
Los síntomas más frecuentes son la picazón persistente en la zona genital, el dolor, ardor o sensibilidad en la vulva, la aparición de un bulto, úlcera o lesión que no cicatriza, el sangrado o secreción inusual en la zona o los cambios en la piel de la vulva (color, grosor o presencia de manchas).
La importancia de la prevención en los cánceres ginecológicos
Si bien cada tipo de cáncer ginecológico tiene sus particularidades, todos comparten medidas de prevención similares, que aplicadas a tiempo permitirían disminuir su incidencia y mortalidad.
En ese sentido, las recomendaciones son:
- Vacunación contra el VPH: protege frente a los cánceres relacionados con este virus, como el cervicouterino, vaginal y de vulva.
- Controles ginecológicos regulares: permiten detectar a tiempo lesiones precancerosas o síntomas iniciales en el cuello uterino, el endometrio, los ovarios, la vagina o la vulva.
- Exámenes preventivos: como el Papanicolaou y el test de VPH, que son esenciales en la prevención del cáncer cervicouterino.
- Escuchar al cuerpo: no normalizar señales como sangrado anormal, dolor pélvico persistente, flujo inusual o lesiones que no cicatrizan.
- Hábitos saludables: mantener un peso adecuado, realizar actividad física, evitar el tabaquismo y llevar una alimentación equilibrada.
- Historia familiar: conocer si existen antecedentes de cáncer ginecológico o mutaciones genéticas (como BRCA1 y BRCA2) ayuda a evaluar la necesidad de estudios especiales o medidas preventivas.