Por: Luis Felipe Braithwaite, director General de Onewaite Desarrollos Inmobiliarios
Hay decisiones de política pública que, más que cifras, generan un cambio de ánimo. Ese parece ser el caso del subsidio a la tasa hipotecaria impulsado este año, una herramienta que, silenciosamente al inicio, terminó convirtiéndose en uno de los mecanismos más efectivos para reactivar un mercado inmobiliario que llevaba meses tensionado por el aumento en los costos, la caída en la demanda y un stock que comenzaba a poner contra las cuerdas a empresas y trabajadores del sector.
Cabe destacar que, este beneficio equivale a una rebaja de 60 puntos base por operación, para 50.000 unidades. Además, se establece una garantía estatal de 50% por la mitad del plazo del crédito.
El impacto del subsidio a la tasa hipotecaria permitió destrabar compras que estaban detenidas, dinamizó la búsqueda de vivienda y volvió a mover una cadena productiva que arrastra empleo, inversión y actividad económica. No sólo hablamos de ventas, se trata de recuperar confianza en los rubros de construcción e inmobiliario.
Las cifras así lo reflejan, hasta fines de octubre de este año, el sistema financiero había recibido 33.798 solicitudes de créditos, con 17.926 de estas aprobadas y 12.123 en evaluación. En este escenario, múltiples actores del sistema financiero e inmobiliario reconocen que, por primera vez en mucho tiempo, se observa una absorción significativa del stock disponible. Especialmente en el segmento bajo las 4.000 UF -el target de este beneficio- el movimiento prácticamente se duplicó. Esto no sólo alivia a las inmobiliarias; también impulsa nuevas obras, reanima la contratación de trabajadores y aporta dinamismo a comunas que habían visto paralizados sus proyectos.
Es en este contexto donde vuelve a surgir la posibilidad de ampliar el subsidio a viviendas sobre las 4.000 UF; como “una posibilidad abierta” lo calificó el ministro de Vivienda y Urbanismo, Carlos Montes. Y aunque la discusión debe ser seria, responsable y considerar el costo fiscal, no se puede perder de vista la señal que este beneficio ya generó: Cuando el Estado y el mercado alinean incentivos, la economía responde como un impulso directo a la reactivación nacional.
Por supuesto, existen matices. Algunos expertos plantean que extender el subsidio podría desincentivar la urgencia de compra y enlentecer un impulso que hoy está en pleno desarrollo. Otros, en cambio, ven en la ampliación una oportunidad para abordar el stock que aún queda pendiente, especialmente en viviendas cuyo valor supera el actual límite del beneficio. Ambas miradas son válidas y muestran que el debate no es simplemente técnico, sino estratégico.
Lo que sí parece evidente es que esta política pública demuestra resultados que van más allá de las expectativas iniciales. En un contexto económico donde cada punto de inversión cuenta, apoyar la adquisición de viviendas tiene un efecto multiplicador innegable, mueve a la banca, a las constructoras, a las pymes proveedoras, al empleo y a miles de familias que vuelven a ver viable un proyecto de vida propio.
Hoy la posibilidad de ampliar el subsidio está sobre la mesa. Más que apresurar una decisión, el desafío es mantener y consolidar este impulso virtuoso. Porque cuando se reactiva el mercado inmobiliario, no sólo se venden propiedades, se reactiva la economía y el sueño de miles de familias en Chile.











