Por: Roni Perez, académico Universidad Central sede Región de Coquimbo.
El Día de la Profesora y el Profesor es una oportunidad para reconocer a quienes inspiran a soñar. A quienes dedican su vida, su tiempo y su energía a formar generaciones y entregar herramientas para imaginar un futuro mejor. La docencia es mucho más que enseñar contenidos: es acompañar trayectorias humanas, abrir caminos y despertar vocaciones que cambian vidas.
En cada historia personal hay un profesor o una profesora que nos marca de manera especial. Alguien que nos alienta cuando dudamos, que nos exige más de lo que creemos posible o que nos muestra un mundo que no sabíamos que existía. Esas experiencias dejan huellas profundas, muchas veces orientando la decisión sobre qué camino seguir.
Diversa evidencia muestra que el apoyo docente se asocia a mejores resultados y a decisiones vocacionales más informadas en la adolescencia. En Chile, estudios describen que el entorno escolar y la guía del profesorado son factores importantes en cómo los jóvenes proyectan su trayectoria al terminar su enseñanza media. Es por ello que el vínculo entre profesores/as y estudiantes no solo contribuye al aprendizaje, sino también a la construcción de proyectos de vida.
En ese proceso de inspiración se siembran sueños y vocaciones. Un profesor de biología puede despertar el amor por la ciencia; una profesora de historia puede cultivar la vocación por el servicio público; un docente de música puede abrir la sensibilidad por el arte. En cada aula, en silencio, se construyen decisiones que más tarde se transforman en profesiones, en proyectos, en contribuciones a la sociedad.
En mi experiencia académica, he observado que quienes tuvieron el regalo de contar con profesores/as inspiradores/as llegan a la educación superior con metas más sólidas, un mayor sentido de propósito y una mejor capacidad de adaptación. Esa guía temprana suele ser el punto de partida de una vida profesional coherente y comprometida.
Por eso, este día no es solo una conmemoración. Es una oportunidad para agradecer a quienes nos dieron confianza cuando la necesitábamos, a quienes nos empujaron a mirar más lejos, y a quienes, sin saberlo, encendieron en nosotros la vocación que permanece en nuestro camino. Gracias, profesoras y profesores, por inspirar nuestros sueños y recordarnos que detrás de cada logro alcanzado hubo alguien que creyó en nosotros.